domingo, 13 de septiembre de 2009

La morosidad en las empresas también tiene solución, la prevención:

(ARTICULO PUBLICADO EN LA REVISTA DEL AIER, ASOCIACION DE INSTALADORES ELECTRICOS DE LA RIOJA)

La morosidad en las empresas también tiene solución, la prevención:


En estos tiempos de crisis tanto general como especialmente en nuestro sector, la morosidad cobra un importante protagonismo dado el carácter y la gravedad del hecho. Que un cliente no page los servicios prestados por nuestras compañías, cuando además nosotros hemos asumido ya los gastos que supone la compra de material, el pago de las nominas, etc. supone un trastorno en la tesorería y en el flujo de dinero muy importante, evidentemente dependiendo del importe del impago.
Pero deberíamos de empezar por el principio y lanzaría una pregunta a todos nosotros. ¿Se cura un ataque cardiaco?, evidentemente no, se sobrevive o no a una lesión de nuestro corazón, exactamente igual que sucede con un impago, podremos o no soportar la presión de este. Entonces, ¿Cómo se puede evitar un impago?, exactamente igual que un ataque cardiaco, cuidando nuestra salud, nuestra dieta y alimentación. Si cuando se gestionan los contratos o los presupuestos, se aseguran en lo posible las formas de pago, se verifica el estado financiero de nuestro futuro cliente, el riesgo que podemos asumir en caso de problema, podremos también, no evitar al cien por cien el impago, pero si minimizar su efecto en nuestra salud financiera y sobre todo poder sobrevivir a él. Los impagos se pueden producir de todos modos, aun observando todas las medidas cautelares que podamos establecer en nuestra empresa, pero es evidente que serán menores y con menos factor de sorpresa.
A lo mejor la clave pasaría por establecer circuitos de gestión en nuestra empresa que contemplen estas medidas de precaución y sobre todo de mantenimiento de nuestro estado financiero. Si incluimos contratos reales, que en muchos casos los hacemos solo verbales, solicitamos plazos estrictos en las facturas de certificación, documentos que soporten los pagos y que avalen las ejecuciones de estos trabajos, o simplemente la firma y confirmación de los partes de trabajo por parte del cliente, como comprobación y constatación de los trabajos realizados, etc. Con estos procesos claros podremos establecer de forma más concisa y sobre todo legal, estas formas de pago futuras. Si por ejemplo tenemos facturas sin realizar de trabajos ya terminados, todo el tiempo que se tarde en realizar y entregar esta factura, es tiempo que corre en nuestra contra y a favor, de que si ocurre un problema grave con nuestro cliente, por ejemplo realiza un concurso de acreedores, estos trabajos se quedarán sin facturar y seguramente sin cobrar y seguro que detrás de las facturas de los demás que ya estén entregadas y con pagares o documentos de pago emitidos.
Tampoco debemos de olvidar la tendencia del sector a la negociación excesiva de los plazos de pago. Es muy difícil soportar ciertas cargas financieras de cobro, cuando los pagos son en tiempos muy alejados de los cobros que nosotros podemos tener con nuestros clientes. Si incluimos además que el Estado, constructoras, etc., son los clientes que más alargan estos pagos, con posiblemente las obras más importantes, estamos ante una situación difícil de sostener. No deberíamos por lo tanto “llorar” los impagos o las formulas abusivas de pago, sino plantar ya medidas que en conjunto hagan que estas negociaciones puedan estar establecidas con plazos más razonables y que se cumplan por todo el sector en su conjunto. No es tampoco asumible que la morosidad esta asumida en nuestro sector como un riesgo más dentro del funcionamiento de la empresa. De la misma forma que nadie asume la posibilidad de tener un alto riesgo de sufrir un ataque cardiaco, no debemos de asumir como normal que nos puedan realizar impagos y tener que soportarlo como una situación “normal” entre los clientes del sector.
Es claro que nos hace falta cuidar más nuestra parte de gestión financiera y sobre todo tener claro que lo importante no es en muchas ocasiones el contrato en sí de la obra, sino tener claramente establecido el necesario soporte financiero para la realización de la misma.

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