domingo, 31 de mayo de 2015

LA ORGANIZACIÓN, EL CONSULTOR, EL PROYECTO y EL DESASTRE

“Cuando el Sr. Ramírez entregó el proyecto al cliente, este no salía de su estupor, había sugerido la idea de poder hacer algún paseo en barco, pero cuando se encontró un pesquero de  45 metros de eslora y 70 metros de manga para la pesca de altura, no entendía donde se fue su idea, su posibilidad inicial”.

Esto es lo que nos puede pasar cuando solicitamos ayuda a un consultor. Debemos tener muy clara las ideas que le trasladamos, pero sobre todo, que el consultor sea una persona o empresa con clara capacidad y conocimiento del medio donde se desarrollará la actividad consultiva.

Existen “ciertos consultores”, que se denominan “expertos” pero que realmente nunca han realizado de verdad actividad a la que apoyan con su consultoría. Organizadores de almacén que nunca realizaron un inventario, expertos técnicos vendedores que nunca se enfrentaron a una puerta fría o vendieron productos reales a clientes reales, o lo que puede ser mucho más peligroso, consultores que organizan empresas sin haber tenido nunca la responsabilidad de tener una propia.

Lo más terrible de estas posibles situaciones es ver como el refrán se cumple y  “a todos los asnos les deleita oírse rebuznar”. Vemos a  consultores que se dedican más hablar de sí mismos que a escuchar activamente y de verdad al cliente, que es el que tiene siempre realmente las claves y soluciones a sus problemas y necesidades.



Por eso tengamos cuidado cuando expresemos nuestras ideas a consultores expertos y elijamos bien, para no tener sorpresas como el cliente de nuestra historia que realmente solo quería un pequeño bote de pesca. O como en este claro y por cierto "antiguo" gráfico nos muestra.

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