Esto es lo que nos puede pasar
cuando solicitamos ayuda a un consultor. Debemos tener muy clara las ideas que
le trasladamos, pero sobre todo, que el consultor sea una persona o empresa con
clara capacidad y conocimiento del medio donde se desarrollará la actividad
consultiva.
Existen “ciertos consultores”,
que se denominan “expertos” pero que realmente nunca han realizado de verdad
actividad a la que apoyan con su consultoría. Organizadores de almacén que
nunca realizaron un inventario, expertos técnicos vendedores que nunca se
enfrentaron a una puerta fría o vendieron productos reales a clientes reales, o
lo que puede ser mucho más peligroso, consultores que organizan empresas sin
haber tenido nunca la responsabilidad de tener una propia.
Lo más terrible de estas
posibles situaciones es ver como el refrán se cumple y “a todos los asnos les deleita oírse rebuznar”.
Vemos a consultores que se dedican más
hablar de sí mismos que a escuchar activamente y de verdad al cliente, que es
el que tiene siempre realmente las claves y soluciones a sus problemas y
necesidades.
Por eso tengamos cuidado cuando
expresemos nuestras ideas a consultores expertos y elijamos bien, para no tener
sorpresas como el cliente de nuestra historia que realmente solo quería un pequeño bote de pesca. O como en este claro y por cierto "antiguo" gráfico nos muestra.
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