martes, 8 de agosto de 2017

En el periodo estival solemos tener algo más de tiempo que aprovechamos en cultivar lo que habitualmente no podemos cuando el invierno y la rutina del trabajo no nos deja.

Visitamos lugares, pasamos más tiempo con los amigos o simplemente cultivamos nuestra mas castiza costumbre española, LA SIESTA.

Nos visitan también todos los buenos deseos de hacer cosas distintas o retomar costumbres mas idóneas que esa siesta: hacer deportes, leer algún libro de esos pendientes desde hace años en la estantería, estudiar o simplemente pensar con la tranquilidad que da el paisaje nuevo y distinto al de nuestra oficina.

Pero no. La tentación es grande y al final cambiar de vida se antoja un reto mucho más grande del que puede parecer a simple vista. Nos cuesta levantarnos del sillón, vemos prácticamente los mismos programas de la tele y en la mayoría de los casos desperdiciamos el tiempo de luz que en verano es más largo para estar en la calle, viendo pasar la vida, o la de los demás, sin más.

La gente quiere cambiar su vida y en muchos casos la de los demás, que a los españoles se nos da fenomenal el consejo fácil, pro cambiar la nuestra o darnos prácticos consejos propios es mucho más difícil.

Francisco de Quevedo y Villegas ya nos lo decía en su máxima 

"Nunca mejora su estado quien muda solamente de lugar y no de vida y costumbres"

Espero que todos podamos llevarle la contraria y que en esos lugares de vacaciones en los que nos encontremos mudemos de costumbres y no solo del lugar donde dormimos.

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